Había una vez un tren muy viejo al que un día le entraron ganas de hacer cacas. Por suerte encontró una cazuela rota y pudo poner su culete en ella y hacer cacas de carbón. A la cazuela no le gusto nada estar llena de mocordos de carbón y comenzó a protestar. Quería irse lejos de allí no fuera que el tren volviera a usarla de orinal. Gracias que por allí pasaba una alfombra voladora que al escucharla la subió encima y viajaron muy lejos pero de pronto estalló una tormenta de sal que les golpeaba con mucha fuerza. Allí abajo había un campamento de un circo pobre y aterrizaron de urgencia. Les recibieron muy bien y como nunca habían visto una alfombra voladora se quedaron boquiabiertos. Desde entonces fueron de ciudad en ciudad con el número de alfombra voladora con cazuela-único en el mundo-donde les aplaudían mucho.
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